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Wednesday, February 07, 2007

Semáforo ámbar: El camino de los Ingleses de Antonio Soler

El camino de los Ingleses

Aragón Liberal  (Enviado por: Anónimo) 07/02/07, 01:16 h
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Trata "el desarraigo del joven". Debería de haber aclarado primero que se trata de una novela de "rito o de paso de la juventud a la madurez". Deja el regusto, en cuanto a la temática, a El Señor de la Moscas o Ritos de Paso, ambas de William Golding

El camino de los Ingleses

Antonio Soler

Ediciones Destino, Barcelona, 2006

350 páginas

 

Reza en una de la biografías de Antonio Soler: "autor que está más preocupado por mantener el aliento y la tensión en su escritura que por las ventas". Con este ánimo me he acercado a esta novela. Me he encontrado con un artesano de la prosa. Trabaja sus párrafos, sus líneas, encadenando el anacoluto y el oximoron con destreza. Consigue alcanzar la prosa poética en originales alegorías y el ritmo con el que baraja las evocaciones de las vidas de sus personajes, a partir de un color, o de un sonido le sirven como acelerador o retardador de la acción. Domina el tiempo de la narración y sigue las huellas de Juan Rulfo en su obra Pedro Páramo. Sí, efectivamente sabe mantener la tensión en el relato.


Del contenido, o mejor de los temas que trata merece especial atención "el desarraigo del joven". Debería de haber aclarado primero que se trata de una novela de "rito o de paso de la juventud a la madurez". Deja el regusto, en cuanto a la temática, a El Señor de la Moscas o Ritos de Paso, ambas de William Golding, por ejemplo. Y como ambas describe las situaciones escabrosas, los crímenes incluso, a los que un joven puede llegar, cuando desde su infancia vive en un ambiente sin otro valor determinante de su conducta que los lazos –a veces demasiado imprecisos y fluctuantes- de la amistad. Una sociedad en la que la familia está rota y los hijos deben sobrevivir económica y emocionalmente a sus propias circunstancias y a sus fantasmas –los golpes que no aciertan a encajar-.


Por esta novela pasan las vidas de un grupo de jóvenes durante el verano previo a su entrada en la universidad (al menos algunos irán a la universidad). El autor presenta al lector, sobre todo, la vida de los que no irán a la universidad: Miguelito Dávila, José Rubirosa, el Corbata, y Amadeo Nunni, el Babirusa serán las vidas alrededor de las cuales se desenvolverá la acción.

Los dos primeros, Miguelito y José, se disputarán el afecto de Luli Gigante, una joven hermosa con aspiraciones a bailarina. José y Rafi Ayala matarán a golpes a Miguelito al final de la novela, por celos. Un capítulo en el que la crueldad que Rafi Ayala venía practicando desde su infancia con los gatos, se verá escenificada en un ser humano.


William Golding también describe escenarios semejantes en los que la perversidad de los jóvenes llega a romper una o varias vidas, por sentimientos tan primitivos como un episodio de celos o de orgullo –cuestión de honor-.


Pero el personaje que mejor describe la problemática actual del joven que quiere convertirse en adulto y no encuentra el equilibrio necesario para afrontar ese paso es sin duda, Amadeo Nunni el Babirusa.


El Babirusa no tiene padre, no lo ha conocido. Y la angustia de no saber quién era su padre le llevará a buscar distintas alternativas: inventa una historia para explicar su desamparo en la que su padre fue arrebatado por una nube y regresará con la lluvia cualquier día; cree que pudiera ser cualquier vecino y persigue a sus vecinos con el propósito de descubrir parecidos; le adjudica caras…


El Babirusa vive con una hermana de su padre, al que no consigue recordar, y con su abuelo. Su madre, un buen día, se casa con un negro en Londres y le invita a la boda. En ese viaje descubre que la profesión de su madre es la exhibición y la prostitución y este descubrimiento termina por reventar su inestable situación afectiva. El Babirusa reacciona con exceso ante lo que para él pudiera significar una insinuación contra su hombría. Reacción excesiva quiere decir que le clava un sacacorchos en la cara –su intención era alcanzar un ojo- a un joven que se dirigió a él con una frase desafortunada, castiga a su abuelo con un golpe de kárate en el esternón porque es descuidado y no cubre sus genitales…


El Babirusa no sabe como reaccionar. Ha crecido sin el control afectivo en sus manifestaciones que da la vida en familia: el afecto de la madre y la autoridad del padre así como las limitaciones que podrían imponer el reparto del espacio y de las atenciones de los progenitores entre los hermanos. Ese crecimiento lento y profundo es lo que le lleva a vivir perdido entre fantasmas y a no poder distinguir lo que es un afecto de lo que es una conducta caprichosa y egoísta. Toda una reflexión para una sociedad en la que prima el "cada uno hace con su cuerpo lo que quiere" en la conducta de los padres y olvida la responsabilidad ante los sentimientos de los hijos.


Lástima que describa en exceso las situaciones escabrosas en los que estos jóvenes creen aprender lo que es la sexualidad. No se conforma con señalar el lugar en el que se encuentra el basurero; además se recrea en describir la podredumbre que en el abunda. De haber obviado esos pasajes sería una obra de lectura obligada para jóvenes.


El sobrino de Atilano Nicolás

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