Colectivo Cartapacio Liberal. Noticiero y breves comentarios de libros leídos y que consideramos de interés. El Colectivo Cartapacio Liberal se ha adherido al periódico digital www.aragonliberal.es

Sunday, January 21, 2007

El semáforo literario: Leer para contarlo memorias de un bibliófilo aragonés, por José Luis Melero

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Estupendo libro para disfrute no sólo para bibliofilos. El libro,además de ser una estupenda guía de libros antiguos,ofrece numerosas anécdotas,y es un paseo entrañable por librerías y calles de Zaragoza.Estas son las divertidas normas de los libreros

No hay mención expresa a estas normas en el libro, pero son de uso común entre los bibliófilos. Aquí van estas normas con colorario final incluido:

Primera norma: al librero, generalmente, no le interesa el dinero y, por lo tanto, le molesta, e incluso le repugna, hablar de precio. Regatear, entonces, podría ser un error fatal. A no ser que usted sea masoquista y, verdaderamente, le guste que le traten mal, le recomiendo encarecidamente que no lo haga. Un comentario desafortunado en este sentido le invalidará inmediatamente como posible cliente. El resultado es que nunca encontrará lo que busca y el librero se complacerá en hacerle pagar caros los deshechos que había pensado regalar a la biblioteca de un hospicio. Tampoco será extraño que, tras escribir cuidadosamente su nombre, si dirección y el libro que busca, tire el papel a la basura antes que usted haya salido de la librería. Recuerde a Ramón Gómez de la Serna “Intentar ahorrar a toda costa es una de las cosas que más envejece”.

Segunda norma: el librero no tiene, a diferencia de un vendedor de aspiradoras, clientes. Tiene amigos y enemigos. Le conviene ser amigo suyo. No le pregunte nunca como va el negocio (ni esto es negocio, ni puede ir nunca bien), por su familia (el gremio tiene una altísima tasa de divorcios), ni de donde ha sacado los libros (eso se cuenta sólo a la Guardia Civil y cuando no queda otro remedio), ni por qué se dedicó a esto (es algo que el librero se cuestiona todos los días de su vida), ni ninguna otra pregunta idiota. Si usted quiere ganar su amistad le recomiendo regarle una Montblanc de gama media, unas chuletas de cordero lechal o una simple llamada telefónica el día de su santo. Tener un amigo librero es una magnífica inversión, usted no se puede imaginar a la gente que conoce, ni todo lo que puede conseguir con una carta.

Tercera norma: el librero, aunque sea por capilaridad, sabe bastante más que usted. No le explique que ese libro ya lo leyó usted en el año 62. Sea humilde y recuerde esa noble inscripción de la Alhambra de Granada “Si me dices que no sabes, te enseñaré hasta que sepas. Si me dices que sabes, te preguntaré hasta que no sepas”.

Cuarta norma: en la medida de lo posible no nos toque las pelotas. Hacemos, para conseguirle un libro, cosas que no se podrían comentar en un colegio. Respete nuestro trabajo. Somos algo más que una máquina donde usted echa el dinero y salen los libros. Tenemos nuestro corazoncito como todo el mundo.

Corolario: la paciencia del librero, como la provincia de Cuenca, tiene límites.

En el libro de Melero, que también se podía titular las aventuras y desventuras de un bibliófilo, encontrarás múltiples anécdotas al respecto. Podrás tener un conocimiento de primera mano de las librerías que han sido y aún son no sólo en Zaragoza, también en toda España. Además, el libro representa un auténtico catálogo de libros raros, agotados,curiosos y viejos. En definitiva, un apasionante paseo por el libro y su universo.

Termino con una divertida escena que el propio Melero relata de Valle Inclán:

"Gómez de la Serna cuenta la famosa escena en la que Valle está explicando que entre algunos animales, por ejemplo las arañas, es muy corriente la homofagia. Un contertulio le interrumpe y le pregunta:

- ¿Qué diablos es eso de la homofagia?, a lo que el escritor responde con rapidez:

- El hecho de comer animales de la misma especie. Usted, por ejemplo, sería hmófago si comiera besugo."

Y casi todos los ministros españoles, también.

Fernando Inigo

1 comment:

Capitán Burton said...

Una lástima que ese libro no se consiga en Argentina. Acá tenemos "Memorias de un librero" de Yanover. El libro que usted comenta parece muy interesante.