José Luis Olaizola escribió en "Senen" un magnífico libro, si me preguntase por qué me gusta le diré porque ahora como Senén quedan pocos, y que cuando puedan detectarlos antes de nacer aun escasearán más.
Ahora cuando ves a un mongólico por la calle sabes que sus padres han tenido que luchar contra la presión de "ginecólogos", de "personal sanitario", de gentes que se dicen amigos y de otros para hacer que nazcan. Sin embargo Senen no es un mongólico sino un chico límite o fronterizo, con un coeficiente intelectual de un chaval de 16 años, eso sí, con un centro de gravedad genial, una afición por el fútbol que le hace extraordinario y con unos amigos inseparables aunque se pelee con ellos de continuo.
Como antiguo profesor puedo afirmar que hay alumnos no muy inteligentes, pero que en buenas familias adquieren un gran corazón, son sencillos y trabajadores y acaban ganándose bien la vida: en el mundo hay un hueco para ellos. Otros son brillantes, geniales... esos tienen la gran responsabilidad de rendir los talentos dados por Dios. Los "Senén" dependen de su entorno para ser eso, "buenos" y "felices", pero para ello deben vivir y nosotros debemos amar la vida. Primero ser, después ser mejor y progresar.
La ministra Bibiana debería leer "Senén", los asesinos de niños deberían ser durante unas horas "Senén", los insensatos que creen que todo da igual también deberían reencarnarse en Senén. Aunque, la bondad del personaje no se adquiere por la condición de fronterizo sino por tener el centro de gravedad de la cabeza en linea con el del corazón y ambos en la dirección correcta: mirando a Dios para el que lo que cuenta es la capacidad de Senén de repartir juego, de estar pendiente de todos sus compañeros de clase, como luego estuvo en el Atlético de Madrid goleando a Iribar en el Atletic.
frid
Título: Senén
Autor: José Luis Olaizo
Ediciones SM, segunda edición, Madrid 1986
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