Pero, además de ese objetivo, hay uno personal para todos, derivado del sacerdocio común, que es el de la identificación con Cristo y, para ello, las sucesivas conversiones.
Por ese motivo recomiendo el libro escrito por el teólogo converso Scott Hahn, "Señor, ten piedad" que trata de las continuas conversiones y, como consecuencia, el sacramento de la confesión como medio imprescindible para el cristiano.
Para convertirse hay que reconocerse pecador, hacer examen y sentir el peso de la culpa, acudiendo a la misericordia divina. Hay que hacer de hijo pródigo una y otra vez, sabiendo que nuestro Padre Dios está ahí esperando que aparezcamos en el horizonte de su mirada, para correr a nuestro encuentro, abrazarnos, introducirnos en su morada, darnos una vestidura nueva y ofrecernos un banquete, al tiempo que nos considera de nuevo hijos suyos.
El contraste bíblico es el de Adán y Caín, y tantos personajes de la Biblia, que pecando echan la culpa a Dios, se justifican y parece que son ellos los agraviados. Adán reprochó a Dios la condición de su compañera Eva, a la que dejó sola ante la serpiente. Caín le increpa a Dios al decirle que no es guardián de su hermano y que ahora, por la sentencia divina, le buscarán para matarle, siendo él el único que había matado hasta entonces a un hombre.
Actualmente, los propagadores de la cultura de muerte, reprochan a Dios la existencia de la conciencia. Las madres que abortan a sus hijos les echan la culpa a ellos, que son los más inocentes de los seres humanos, el que por su culpa, tendrían que vivir con ataduras y se limitaría su vida de placer desenfrenado.
Otra lectura imprescindible es la de una biografía del Santo cura de Ars, patrono de los párrocos, modelo de sacerdote y verdadero ejemplo de confesor y director espiritual.
Creo que es insuperable "El cura de Ars" de Francis Trochu por el trabajo desarrollado para recopilar fuentes y dar una magnífica y accesible semblanza de San Juan Bautista María Vianney.
El cura de Ars quería a sus feligreses santos, identificados con Cristo, no le servía que fuesen tirando. Por eso se mortificó, se esmeró en el trabajo sacerdotal y en su sacrificio y les inculcó una profunda devoción a Santa María.
Su dirección espiritual tenía el objetivo de dejar las almas inmaculadas, con verdaderos propósitos de santidad y ahí estaba él una y otra vez para mostrar el camino, indicar las trabas, señalar las omisiones y evitar el autoengaño de sus penitentes. El camino señalado era arduo, el compromiso serio, pero la felicidad inmensa.
Muchas almas recibieron, además de la ayuda para conversiones profundas, para iniciar o proseguir el camino de identificación con Cristo, luces del cura de Ars sobre su posible llamada.
El año sacerdotal implica, en el fiel corriente, una profunda identificacón con Cristo, en ese sacerdocio común. También significa llevar el crucifijo a su ambiente, ahora que los laicistas quieren erradicarlo de la vida pública.
Para eso, la conversión es el camino y la consideración del cariño maternal de María la seguridad de la victoria. El mismo Cura de Ars mostró como impenitentes recalcitrantes fueron redimidos por nimios detalles que tuvieron con Nuestra Señora. Pero ¿nos contentaremos sólo con esa salvación a última hora o querremos ser verdaderos rodrigones de Cristo en la tierra?
frid
Las fichas técnicas de estos dos libros:
Autor: Scott Hahn
Título: Señor, ten piedad
Ediciones Rialb, colección Patmos, Madrid 2006
y
Autor: Frances Trochu
Título: El cura de Ars
Ediciones Palaba, Madrid 2001
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