
Hay que reconocer que la autora escribe bien, pero que está cargada de tópicos y de contracultura que hacen del libro un buen recipiente pero vacío o con un contenido inconsistente.
Méritos: describe bien una sociedad, la nipona, en la que la sensación es admirada al margen del sentimiento. La estética antes que la forma. Ejemplo: "la foundí" que Amélie y el amante japonés toman en el apartamento: "se formaban magníficamente los hilillos pero era totalmente insulsa".
También es un mérito que escriba una relación tortuosa de modo tan frío que parece como mera estética, como una "Venus desnuda", una relación que ella, la protagonista, quiere mantener sólo al puro "nivel estético", de las formas. Pero, como es natural, la relación de dos jóvenes está llena de sentimientos y está abierta al amor.
La protagonista huye al compromiso, y justifica su acción. Pero ha jugado con los sentimientos ajenos, ha avivado algo más, el verdadero amor en el joven nipón que tiene que contemplar impotente la huida de Amélie.
Creo que esa actitud muestra una de las falsedades de la anti-cultura actual. Estética perfecta, sentimientos que más bien son sensaciones animales, sin ataduras, sin un después. Pero, realmente, el hombre y la mujer no son así, y si se despiertan más sentimientos como la pasión, o afectos espirituales, como el amor... el culpable parece ser que es aquel que ha despertado su humanidad y no se ha quedado al nivel del animalito.
Aquí Amélie Nothomb presenta un mundo falso que puede fomentar esperanzas frustradas y desesperanzas. No todos los que prueben sus experimentos serán témpanos de hielo, la mayoría tendrán un corazón humano.
frid