Fernando Díaz-Plaza, como si de la descripción de los caprichos de Goya se tratase, va desgranando la realidad de la España que vivió Goya a través del arte del autor, así como de cómo vieron esa España otros artistas, literatos, periodistas, ilustrados y gente del antiguo régimem.
Según Díaz-Plaza, el germen de las dos españas nace en la época goyesca, en el irrumpir del espíritu ilustrado, que trae la novedad, la razón y lo extranjero, frente a la España tradicional, envejecida culturalmente, movida por los sentimientos y el amor a las raíces. Así puesta la balanza: los oscuros son los antiguos; pero falta equilibrio en ese planteamiento.
Ciertamente el espíritu ilustrado irrumpe con fuerza y razones para hacer progresar culturalmente y socialmente a un pueblo que se resiste y se amotina contra Esquilache; pero también en España hay un grupo de ilustrados católicos que ven como algo compatible el cristianismo y la cultura, la fe y la razón, pero son minoría o son silenciados. La polémica es algo innato en nuestro temperamento y la desgracia de España se llama Fernando VII como actualmente podría llamarse Rodríguez Zapatero, personas que lo pierden todo por aspirar a un único fin: el poder, si bien el ínclito presidente actual tiene sobre sus espaldas la responsabilidad de haber intentado resucitar las dos españas en eso del rencor histórico.
Podríamos pensar que lo que falla en ese siglo y después en las sangrientas guerras carlistas, en la guerra civil y en los pronunciamientos militares es la armonía, clave de un progreso equilibrado.
Francisco de Vitoria afirmaba ya en el siglo XVI que el progreso se construía sobre los hombros de nuestros antepasados, porque desde esa altura se ve más. Lo que han hecho los progresistas es enterrar a los antepasados y quedarse a la misma altura o peor pues no armonizan tradición y novedad, los valores permanentes del espíritu y los nuevos retos de la cultura, de la ciencia y de las construcciones sociales, el amor a Dios y el amor a sus criaturas.
La clave podría estar en lo que llamo "liberalismo conservador" que es un amor al cambio cuando lo nuevo es mejor y un gran respeto a la libertad humana, pues el primero que la respeta es Dios que no nos hace desaparecer del mundo ante nuestros repetidos errores, desvaríos o -incluso- nuestras negaciones de su existencia.
El libro de Díaz Plaza es ya antiguo pero sigue tocando la fibra de la modernidad pues nuestra civilización ha entronizado la "novedad" y ha mandado al asilo a la "verdad" por anticuada.
Título: Las Españas de Goya
Autor: Fernando Díaz Plaza
Edita: Planeta, Barcelona 1989
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