He leído una historia breve y magnífica de Abel Hernández sobre su infancia en Sarnago (Soria), una rememoración magnífica, sin rencor, con arte y amor, de los años de la postguerra en un pueblecito de la sierra de la Alcarama, tierras altas de Soria.Esa historia tiene el encanto de lo real amado, de los broches de un pintor con letras que deja impreso en el lector los paisajes, los personajes, los modos de decir y de pensar de aquellos con los que ha vivido.
El lector vive con Abel Hernández el encuentro de un "caballito de cartón" que representa su infancia. Desde ese encuentro casual, acompaña a Abel en sus aventuras, ilusiones y temores infantiles hasta, casi como por una disposición del destino, acaba su niñez comenzando su vida como seminarista en el Seminario de Logroño.
El autor te hace amar una tierra árida, pero que aún así, disponía de recursos, arañados con sudor, para mantener un pueblo hoy desierto.
En las páginas del libro hay un homenaje discreto y continuo a su madre viuda que, inteligente, discreta y recia, hizo de los dos hermanos unas grandes personas.
Enhorabuena al autor porque emociona la lectura de su obra.
Título: El caballo de cartón
Autor: Abel Hernández
Edita: Gadir, Madrid 2009
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