Es la ética la gran asignatura de nuestro tiempo. El hombre, poderoso conocedor de la técnica, se ha enamorado de su obra, un "fieri" de artesano, manipulando la materia y profundizando sobre las claves de la vida. Y, curiosamente, en vez de alabar al Creador, de maravillarse con Aquel que le ha proporcionado tan juguete, se olvida de su Padre y se dedica con todo su ahínco al mundo de sus juegos.
Sin ningún freno, sin ninguna ley, el hombre juega con aquello que no es suyo... y se admira de sus leyes, unas leyes que tampoco son suyas. ¿Detrás de tal maravilla, Quién le susurra que también él es un ser limitado y puesto en el mundo para algo?
Es la razón del hombre, su fin, su propio ser, la que le muestra sus leyes del obrar, leyes de un ser libre, leyes no necesarias en su seguimiento, pero necesarias para su propia felicidad. Tiene en su mano el bien y el mal, la felicidad y la desgracia. Él elige.
Claves del orden moral son la propia conservación, la conservación de la especie y su naturaleza social. De ahí, muestra Benedicto XVI, se sigue una ética universal entre la que está la inalienable defensa de la vida humana, de la familia, de la libertad de enseñanza, del respeto a la dignidad de la persona y a su libertad de elección, de propiedad, pero también su obligación social de justicia con los demás hombres, y de solidaridad y de caridad, que se sustentan en el orden de la justicia.
Ronheimer insiste una y otra vez sobre el consencuencionalismo, y muestra sus paradojas y quiebras. Curiosamente ese sistema ético se basa en la indiferencia del obrar en sí y hace un balance de las consecuencias. Sería bueno según ese sistema el dinamitar una vía para producir un descarrilamiento si con ello se consigue detener a un terrible criminal aunque mueran cientos de inocentes. Y así, se daría un valor relativo a cada vida humana. Habría seres con más derechos que otros.
También disecciona los problemas que genera el relativismo, pero donde realmente es brillante es en el analizar la deriva de la ética kantiana, que muestra irracional por voluntarista, una ética que necesita a Dios, pero que se propugna también con ese imperativo para sujetar a un obrar cívico entre los agnósticos y los ateos.
Los cinco apartados son:
I. Ética en el contexto de las disciplinas filosóficas (Es el apartado que más atractivo me ha resultado)
II. El actuar humano y la pregunta por la felicidad.
III. Acciones morales y la razón práctica
IV. Las virtudes morales (En este apartado se desarrolla una cuestión previa sobre el concepto de virtud y se muestra la importancia para fundamentar la ética de la virtud de la prudencia, que está latente en toda acción moral)
V. Estructura de la racionalidad
Y un epílogo sobre ética y moral cristiana
Es curioso el saber que el orden de la naturaleza presupone ya el cristianismo. Ciertamente desde el paganismo, con el conocimiento de Dios de los filósofosos, se llega a la ética de las virtudes. ¿Pero logran la felicidad? Platón habla que su seguimiento es lo que le hace más feliz al hombre, pero esa felicidad es un remedo pobre de la felicidad divina que ansiamos. Sólo el cristianismo nos abre a la realidad de hijos de Dios, la ética nos abre con la caridad cristiana el camino a la felicidad plena: la vida en Dios
frid
Título: La perspectiva de la moral
Autor: Martin Rhonheimer
Edita: Rialp, Madrid 2000
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