Es interesante leer algo bien escrito y profundo sobre el Evolucionismo y el origen del hombre. ¿La ciencia desbanca a Dios? ¿le reafirma?
Pasa con la ciencia como con la vida. Las contrariedades templan la voluntad y hacen hombres más fuertes... o bien quiebran al ser humano y le dejan en la desesperanza. Hay una elección. Desde la ciencia podemos mirar al Autor del Universo con más admiración... o dedicarnos a jugar con nuestro conocimiento olvidando que es una "chispa" de la inteligencia divina.
Mariano Artigas y Daniel Turbón escriben un libro breve y claro intentando poner un poco de luz en el debate del evolucionismo. Ponen a la ciencia en su sitio, y a la metafísica en el suyo. Son dos ámbitos que pueden convivir sin colisionar. Y cuando se niega a Dios desde la ciencia se hace trampa. Y cuando se quiere hacer que la Biblia sea "estrictamente" literal con respecto a la creación también.
Dios nos dio la inteligencia para penetrar en sus creaciones. Y "no seamos necios como aquellos que admirados de la obra del Creador le dieron culto en vez de admirar más aún al que esas cosas hizo". Y es de Dios crear con un poder que no contradice las dos claves de la ciencia moderna de la naturaleza: el azar y la permanencia de los individuos más estables. La naturaleza no "prima" los monstruos, sino lo que se adapta al medio. Y eso es una garantía de armonía.
Título: Origen del hombre. Ciencia, Filosofía y Religión.
Autores: Mariano Artigas y Daniel Turbón.
Editorial EUNSA, Colección Astrolabio, Navarra 2007
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Las batallas dialécticas pueden caer en el sofisma o en la retórica. Defender la libertad implica un buen uso de la retórica porque cayendo en los sofismas nos esclavizamos, simplificamos una realidad que es mucho más compleja. Caben ambos: Evolución y Creación en el mismo saco, pero no del mismo modo.
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