Por: Federico Rodríguez
Breve novela que podría incluso considerarse un ensayo de las interioridades del hombre ante la crisis de confianza en el matrimonio. Una crisis que Alvan, el protagonista, no puede solucionar con los escasos recursos que da el convencionalismo victoriano.
Título: El regreso Autor: Joseph Conrad Editorial Funambulista, Madrid 2007 Poco más que lo que comenta J.M. Lacruz Bassols al final del libro se puede decir de esta breve obra maestra de Joseph Conrad. En mi casa comentaba que era una especie de "ensayo" sobre la interioridad del ser humano, donde los sentimientos y la razón parece que no se han visitado mucho hasta la crisis generada cuando la mujer de Alvan le deja. Pero en el mismo momento del regreso, se desata una crisis aún mayor. Alvan recapacita y ve que las cosas no pueden ser lo mismo que antes, que en cualquier momento puede pasar lo mismo, que su seguridad puritana y rutinaria se desmorona, que su mujer es un ser autónomo con sentimientos propios. Y él hace el enorme esfuerzo de perdonar... sin preguntarse ¿en qué he fallado yo? Desde la atalaya de su soberbia ve su vida injustamente destruida. Pero también advierte que el regreso de su mujer es por el mismo miedo que él siente a romper el convencionalismo... que es una especie de falta de atrevimiento. Y opta por atreverse e irse el que momentos antes había sido abandonado. Crisis matrimonial por muchas razones. Matrimonio de conveniencia social pero sin un esfuerzo posterior de conocerse y de quererse. Formas perfectas hasta que de pronto las paredes blanqueadas muestran el vacío del inmueble interior. Quizá si hubiese comprensión, si uno se pusiese en el lugar del otro, si en cada momento el más fuerte apoyase con su fortaleza la debilidad ajena, si el perdón fuese mútuo, si el cariño se recrease desde las cenizas... ese amor habría prosperado. Todos los elementos eran favorables: no había pasado nada, la mujer vuelve, el marido perdona... pero no ponen lo más importante: comprensión del otro, admitir ser perdonado, recomenzar y recuperar así la confianza. El hombre dejado a sus propias fuerzas es tal como lo ve Alvan, incapaz de una total fidelidad, siempre habrá pequeñas o grandes defecciones. Si se lucha contra las inclinaciones negativas, las infidelidades son pequeñeces: un olvido, un no darse cuenta, un no levantarse a tiempo para abrir una puerta... pero si no se lucha esas infidelidades pueden comenzar desde llevar en el propio coche a la secretaria a algo más que llevarla en coche. En definitiva, el amor exige comprensión, esfuerzo, perdón y mucho hablar para conocerse y comprenderse. Buen libro para meditar una alternativa diferente a la que Joseph Conrad quiso dar a los protagonistas. frid
1 comment:
Frid , debido a un virus que reenviaba emails con un ejecutable he cambiado la direccion de hotmail:
j_samperq58@hotmail.es
un abrazo
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