Libros recomendados: El evolucionismo en apuros, de Silvano Borruso. Para fomentar un sano debate.
No creemos en Dios, dicen, pero creen que un fragmento de materia, de golpe, se puso a pensar. No creemos en la providencia, pero creen que el "evolucionismo es de por sí progresismo", siempre evoluciona a mejor.
Todos sabemos que una cosa es lo que la gente piensa que dice la ciencia y otra lo que la ciencia realmente dice. Sin embargo, con el affaire evolucionista se ha impuesto un nuevo dogma moderno, tanto entre la comunidad científica como entre el ciudadano de a pie, que automáticamente descalifica y excluye a todo aquel que se niega a comulgar con él.
Silvano Borruso, ingeniero, filósofo, experto latinista… tiene la notable cualidad de adentrar al lector en temas a priori tan abstrusos como la biología molecular, la paleontología o las teorías de los macro-micro-sistemas con sencillez y amenidad, sin renunciar en ningún momento al rigor científico. Su objetivo: acercar conocimientos al hombre de la calle para que éste pueda alzarse hacia la verdad. Y lo hace con sus formidables conocimientos científico-filosóficos y una prosa clara y punzante, para así brindarle al lector la evidencia a la que él mismo llegó cuando era profesor de Biología en la universidad: que el evolucionismo, al menos tal y como simplistamente nos han enseñado, es mucho mas fácil de refutar que de defender.
El autor sostiene que la hipótesis evolucionista debe estudiarse en un plano estrictamente científico, con independencia de consideraciones religiosas o filosóficas que están fuera de lugar en el ámbito de las ciencias experimentales.
Silvano Borruso (Palermo, Italia 1935) es ingeniero agrónomo, y desde 1960 vive en Nairobi (Kenya), donde ejerce la docencia en Strathmore Scholl, una de las más prestigiosas instituciones educativas de aquel país.
Traductor de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino, ha consagrado sus obras más recientes a la divulgación filosófica, alcanzando dos resonantes éxitos con la publicación en ingles de El arte de vivir (1996) y El arte de pensar (1998).
2 comments:
¿Es posible armonizar la hipótesis de la evolución darwinista con los datos de la Revelación Cristiana? ¿Podría el hombre ser el resultado de un proceso evolutivo que produjera su cuerpo, en el cual Dios infundiría luego el alma? En otras palabras, ¿Podría la evolución ser el método del cual se habría valido Dios para producir el cuerpo del hombre, previo paso por el mono? ¿Son Adán y Eva figuras simbólicas para referirse al conjunto de los primeros padres, o designan por el contrario a seres concretos, históricos, reales? ¿Es ésta una disquisición meramente académica, o es de vital importancia para la visión que tenemos de nosotros mismos y del mundo en general? Para abordar estas cuestiones, el autor asume provisionalmente –-y a los fines de la argumentación— la validez de la hipótesis neodarwinista, para extraer de ellas las debidas conclusiones. Y lo hace, examinando los testimonios de los propios autores evolucionistas, a la luz del discernimiento científico, la filosofía perenne y los documentos del Magisterio Romano. El autor presenta esta temática de una forma amena, accesible, desprovista de tecnicismos y con un lenguaje claro y sencillo.
Pienso que la clave del embrollo es dar a la "ciencia" lo que es de la ciencia y a "Dios" lo que es de Dios. La ciencia explica "cómo parece que funcionan las cosas", pero en el evolucionismo ni siquiera eso. Explica "cómo parece que aparecen las cosas". Ese "aparente" aparecer muestra cómo primero aparecieron los seres "inferiores" y luego "los más evolucionados" en el tiempo. Esa secuencia ¿es compatible con el acto creador de Dios y con la providencia divina? Por supuesto. Ya lo sostuvo San Agustín al hablar de "razones seminales". No es incompatible el acto creador con que ese acto "divino" y fuera del tiempo, tuviese su repercusión o visión humana "en el tiempo" con las leyes físicas y evolutivas. ¿Quién comenzó y cómo organizó esto para que fuese coherente? Ahí encontraremos al Dios que buscamos.
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