Esta obra es una biografía de Takashi Nagai, médico radiólogo, converso al catolicismo, superviviente a la bomba atómica y uno de los más grandes escritores japoneses del siglo XX
El libro está bien escrito, sugerente en los textos, y a mí me parece lleno de sensibilidad japonesa, o -al menos- con un gran amor y respeto a ese pueblo.
Nagai es hijo de samurais, nieto e hijo de médico, pero ya con la tecnología de la medicina moderna. Su gran sentido del deber le lleva primero a aceptar el mecanicismo científico como explicación rigurosa de la ciencia. Pero su contacto con Pascal y, sobre todo, la muerte de su madre, le llevan a preguntarse sobre algo más, sobre el mundo del espíritu.
Nagai se siente atraído por los católicos japoneses, su historia heroica, la ejemplaridad de los primeros mártires y desea conocerlos alojándose en casa de un católico, que será el padre de su futura mujer: Midori.
Midori es hija y nieta de católicos, descendiente de los primeros cristianos clandestinos, heróica y cautiva a Nagai.
Nagai ya es de hecho un profesional abnegado que comienza a ver en sus pacientes personas, no meras máquinas a las que reparar. Y se entrega tanto a su profesión que se somete en exceso a las radiaciones derivadas de su trabajo como uno de los primeros radiólogos del Japón. En su vida pasa dos conflictos bélicos en China, ahí su comportamiento es ejemplar y heroico.
Después de su conversión Nagai sigue profundizando en el sufrimiento humano, él mismo es un médico sufriente enfermo de leucemia. Y una víctima de la bomba atómica que, además, le deja sin mujer y multitud de amigos.
Preguntándose por el sentido del dolor encuentra el holocausto del Cordero inmaculado, de ahí que tenga sentido la elección de víctimas inocentes: niños y almas consagradas a Dios que murieron y que, según su visión, movieron el corazón del Emperador a aceptar una paz sin condiciones.
Su última época es la de un hombre sujeto al lecho del dolor: nace el escritor de poemas, de historia de los mártires del Japón, de su propia historia. Un literato que es uno de los pilares para reconstruir Japón desde la esperanza.
Héroe nacional, consuelo de los enfermos, muere en paz el primero de mayo de 1951, en el inicio del mes de María.
Después de la lectura de este libro se sienten ganas de conocer más al autor, aceptar con alegría el sufrimiento y buscar a Dios en el ejercicio del propio trabajo, en el propio ambiente, viendo en los demás almas a las que servir.
Título: Réquien por Nagasaki
Autor: Paul Glynn
Edita: Palabra, Madrid 2011