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Sunday, June 06, 2010

Entrevista con la pintora Elisabeth Vigée-Lebrun


por Isabel del Río

http://www.isabeldelrio.es

Elisabeth Vigée-Lebrun es mundialmente conocida por haber sido la pintora de la reina María Antonieta de Francia. Ha estado muchos años ausente, desde el 30 de marzo de 1842 en que fue enterrada en Louveciennes, bajo una lápida en la que había mandado grabar "al fin descanso". Hoy, después de tanto tiempo y gracias a las gestiones realizadas por el equipo de "Las Chicas del Óleo", ha regresado momentáneamente de su retiro y ha concedido una entrevista en exclusiva para hablarnos de las luces y sombras de su agitada vida.

Pregunta- ¿Tan complicada y extenuante fue tu trayectoria personal que hiciste tallar en tu lápida "al fin descanso?

Vigée-Lebrun- Sí, sin duda. Mi padre, que también era pintor, murió cuando yo tenía 12 años y mi familia quedó en una situación económicamente precaria. Mi madre, que era una mujer de extraordinaria belleza, se volvió a casar para resolver la situación pero yo, como tenía un gran cariño por la memoria de mi padre, decidí seguir sus pasos e independizarme: para honrar su devoción por el Arte y como pequeño acto de rebeldía ante un padrastro que nunca terminé de admitir.

A los 16 años ya tenía taller propio en París. Después todo fue bastante trepidante y me vi envuelta en uno de los momentos más convulsos de la historia: la Revolución Francesa de 1789. Fue un antes y un después de un cambio social y cultural que me obligó a vivir luchas, guerras, exilio e… ¡incluso mi divorcio!

Pregunta- ¿Qué quieres decir con "incluso mi divorcio"? ¿Achacas a los terribles sucesos que en 1791 llevaron a la guillotina a Luis XVI tu crisis matrimonial?

Vigée-Lebrun- Me casé con Pierre en 1776. Supongo que hubiera debido permanecer libre para desarrollar mi trabajo. Era una joven ambiciosa que quería ser internacionalmente conocida como la mejor retratista del momento. La soledad carcome el alma y cambié de planes. Los primeros años estuvieron bien, viajamos mucho y eso me ayudó a evolucionar mi pintura. El viaje que hicimos a los Países Bajos, por ejemplo, fue fundamental pues me permitió estudiar en profundidad los trabajos de la Escuela Flamenca. Además nació mi hija Julia. Después las relaciones se enfriaron, en parte por mi ritmo de trabajo. Todos querían ser retratados y llegué a tener tres sesiones diarias de clientes posando para mí. Mi salud se deterioró y no hacía bien las digestiones a causa del nerviosismo: Pierre y yo apenas no veíamos. Hubiéramos llevado la distante vida de tantos otros matrimonios burgueses pero cuando asesinaron al rey y encarcelaron a la reina, mi protectora, yo (como amiga que había sido de ellos) sufrí acosos y atentados. Pierre se asustó y ni me protegió en París ni me acompañó en el exilio. Huí sola con mi hija.

Pregunta- En cualquier caso, el que Pierre fuera marchante de arte te ayudó en tus comienzos. ¿Fue su profesión un factor a tener en cuenta cuando lo aceptaste por esposo? ¿Sabemos que tenías muchos pretendientes?

Vigée-Lebrun- Rotundamente no. Su profesión me perjudicó. Cuando me nombraron miembro de la Academia tuve muchos opositores. No por la calidad de mis trabajos ni (como se ha repetido después) por mi condición de mujer (ya había otras académicas) sino por el oficio de mi marido. No gustaba alguien que negociaba con lo que los académicos consideraban innegociable: el Arte.



Pregunta- ¿Cómo era la reina María Antonieta de Francia?

Vigée-Lebrun- ¡Una señora extraordinaria! y terriblemente culta, muy preparada. Todo lo contrario a la imagen de superficial y frívola que los "hijos de la revolución" os han transmitido. Pero, claro, tenían que mentir para justificar su asesinato. La reina promovió a muchas artistas de talento, una generación de mujeres que cayó en el olvido después de 1789.

Pregunta- ¿Y el exilio? Artísticamente hablando fueron años provechosos, llegaste incluso a pintar a Byron, el poeta romántico.

Vigée-Lebrun- Sí, todo un carácter Lord Byron. Retraté a la intelectualidad y nobleza de toda Europa, también a la familia real rusa. Vi sitios preciosos y conocí gente de excepción pero fueron demasiados años fuera de casa. El exiliado añora su patria y yo añoraba París.

Pregunta- Pero volviste, y por aclamación popular. ¿Cómo encontraste el París de Napoleón?

Vigée-Lebrun- No me gustó. Napoleón y su camarilla me trataron con respeto y los encargos continuaron pero el mundo estaba al revés. Cuento este "antes y después" en mi autobiografía publicada en 1835. Se la recomiendo a todo el que quiera conocer cómo vivía una artista antes y después de que irrumpieran en la Historia aquellos asesinos que encumbraron a Robespierre y dijeron regalarnos la libertad… a golpe de guillotina.

Pregunta- Está claro que no tienes muy buena opinión de ellos. ¿Has podido perdonar con los años?

Vigée-Lebrun- Soy católica pero los recuerdo con espanto. Me quisieron matar y lo hicieron con muchos de mis amigos y conocidos. No sé por qué ahora se los admira tanto. A las mujeres nos perjudicaron. Fue una igualdad totalmente ficticia. Isabel del Río analiza bien todo este cúmulo de falsedades históricas en el libro del que formáis parte "Las Chicas del Óleo, pintoras y escultoras anteriores a 1789" y en el que habéis tenido la gentileza de incluir una portada con un cuadro mío: "el autorretrato con sombrero de paja".

Y así, sin más, se despidió, con cortesía rococó y orgullo de quien fue una de las grandes. Fue una tarde plácida, parisina…, una tarde a lo Lebrun.

**Isabel del Río es autora de la novela "Ariza" (editorial Alcalá, 2008) y del ensayo "Las Chicas del Oleo, pintoras y escultoras anteriores a 1789" (editorial Akrón, 2010).



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