Sobrino de Atilano Nicolás
El realismo mágico de Jorge Luís Borges, con su biblioteca fantástica, está presente. Un realismo mágico que sumerge al lector en una vertiginosa espiral de crímenes que se suceden a mayor gloria y honra de un escritor que triunfa sobre la pobreza, la enfermedad e incluso, la muerte.
Que un escritor joven y proletario triunfe hoy día, hasta tiene su gracia. A comienzos del siglo XX, cuando dominaba una clase adinerada y burguesa, parecería cosa de brujas. Y brujas, también desfilan por las páginas del libro. Unas brujas que resultan inocentes al lado del Ángel que figura en el título y que parece ser el culpable de quemar a vivos y asesinar a muertos (al menos a alguno cuyo nombre rezaba en una lápida).
Carlos Ruiz Zafón sabe liar: domina el arte de enlazar acciones y dejar al lector con el ánimo suspenso hasta ver en qué para todo aquello. Levanta misterios por todas las esquinas de la ciudad condal, Barcelona. Y esa parece ser una virtud suficiente para promocionar este libro, allende los mares, con una edición millonaria.
Pero para el lector que busca una trama consistente podría resultar una sorpresa insulsa en la que todo lo "intelectual" se reduce a establecer las bases relativistas encaminadas a rebajar el concepto de "religión" a "conducta bonachona". Cualquier idea religiosa se justifica con un interés de dominio económico-social por parte de una minoría que quiere controlar a la gran masa. Nada de lo que hasta ahora hemos entendido: religión como relación personal con un Dios que me hace superar mi tendencia egoísta para favorecer al otro, al prójimo.
De las influencias literarias en la obra cabe citar también, aunque Carlos Ruiz Zafón sólo le dedique una línea, a Oscar Wilde y su Retrato de Dorian Gray. De eso se trata: un joven escritor al borde de la vida o de la muerte que recibe la visita de un personaje misterioso –e inmortal por cierto- que le propone un pacto. Conservará su vida y su juventud, además de engrosar una cuenta bancaria, a condición de vender su arte y su alma. Deberá escribir una teoría religiosa nueva que subyugue a la masa. Una teoría que englobe todas las religiones existentes y que pueda, por lo tanto, atraer a todos los hombres: algo así como un "pacto de religiones". Este doctorado en "religiones" es lo que le asemeja al Fausto de Christopher Marlowe, a su vez basado en un personaje alemán, posiblemente real, que también vivía de brujerías, poco anterior a la época de Shakespeare.
Para los anteriores Faustos, la elección entre el bien y el mal era una opción merecedora del cielo o del infierno. Para David Martín (que en algún momento se descuelga como Daniel Martín), el "Fausto" de Zafón, la opción es clara: el beneficio "bien vale una misa o unas cuantas homilías."
El sobrino de Atilano Nicolás
El juego del Ángel
Carlos Ruiz Zafón
Planeta, Barcelona, 2008
667 páginas, 24,50 €
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