Autor: Ryszard Kapuscinski
Editorial: Anagrama. Crónicas. Barcelona
Crónicas de guerra humanizadas, frente de Angola en el momento de la declaración de independencia de Portugal. El corresponsal polaco Ryszart Kapuscinski se inmerge en la vida de los que sufren la guerra y de los que la hacen, pero de los que están en primera fila. Los protagonistas: portugueses que lo dejan todo; sudafricanos que apoyan una facción de la población; cubanos que apoyan a la facción “oficial”; las tribus, las organizaciones en conflicto: el FNLA, UNITA y MPLA, este último formando el gobierno oficial ante el abandono de los otros dos de sus ministerios en el gobierno de coalición que no prosperó.
Interesantísimo libro para conocer qué es, como piensa, de qué iniciativa es capaz, cual es el límite de la paciencia, de la apatía y de las condiciones climáticas en la formación del carácter africano. Puede completarse la visión con otra obra del mismo autor: Ébano.
Uno se queda con la impresión de encontrar un mundo inmaduro, ¿infantil?, con muchas limitaciones para formar naciones prósperas. ¿Les llegó la descolonización antes de tiempo? ¿O la colonización fue el aletargante que hace que esos pueblos no salgan adelante? El enfoque de Kapuscinski es extraordinario, no juzga los hechos: habla con el candor de la gente, pero puntualiza que Angola ha sido una nación, o varias en un mismo territorio ocupado por los portugueses que, desde el siglo XVI, ha sido sangrada por la lacra de la esclavitud. Ellos surtieron de mano de obra para la caña en Brasil, en Cuba y otras partes de América. Y es sí ha sido una carga letal contra la formación de un pueblo unido, teniendo en cuenta que eran las mismas tribus las que, desde sus guerras, vendían a los prisioneros como esclavos a los portugueses.
Hoy, con la inmigración de la población subsahariana, con el efecto llamada de Caldera, con el traslado de la miseria a las costas españolas con las pateras y los cayucos, la lectura de este libro ayuda a una madura reflexión: ¿cómo incidir en esos pueblos para que salgan del mal endémico de la pobreza? Algunos ya han iniciado el camino; otros son territorio de los reyes de la guerra. Y Europa debe saber que los que mejoran son los que tienen menor índice de corrupción, más libertad religiosa y más formación en sus gentes.
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